Soledad con sus nietos Eva y Rubén

Eva y su abuela Soledad

Repasando las nuevas calles dedicadas a mujeres tras la ley de Memoria Histórica me encontré con Soledad Perellón, la Murciana. La recordaba dicharachera en su quiosco vendiendo castañas y chucherías, pero no sabía más de ella. ¿Por qué le habían dedicado una calle? Le pregunté a su nieta Eva. Transcribo la emoción de sus palabras contándome la vida de su abuela.

"Mi abuela se llamaba Soledad Perellón Almagro. Nació el 9 de Noviembre de 1920 aunque en su DNI ponía el 2/11/22. Los registros de los niños en aquella época funcionaban de aquella manera, de hecho tenía una hermana que se llamaba Isabel y que estaba registrada con fecha de nacimiento 22/11/22. Nacieron todos los hermanos en la calle del Puentecico, donde ahora hay un solar vallado, justo al subir la rampa que hay en la rambla. Era diez hermanos, mi abuela era la sexta. Su madre se llamaba Catalina y su padre Ginés, de mote los murcianos porque eran originarios de Javalí.

Mi abuela fue una trabajadora incansable desde pequeña lavando ropa, vendiendo pescado por las calles con un carretón, incluso se fue a servir a Madrid como otras muchas jóvenes de la época. Se casó con mi abuelo con veintialgún años. Mi abuelo era 16 años mayor y estaba enfermo. Mi madre dice que cuidó de mi abuelo toda su vida. Ella vendía por las calles embarazada y él la esperaba con café con leche por las esquinas por donde pasaba. Mi abuelo era de Huescar de Granada y trabajó mucho en el campo, en la Yesera. Huyó de su pueblo con 17 años junto a su madre y su hermana porque su padre los abandonó por otra mujer. Y de la vergüenza, mi bisabuela tuvo que irse del pueblo con los dos hijos pequeños.

Tuvo 4 hijos, la mayor mi madre, Rosario, después mi tío Manolo, que jugó al fútbol profesionalmente, luego tuvo un Ginés que se murió a la vuelta de Murcia cuando lo llevó al médico (se le murió en brazos en el tren), y luego tuvo otro Ginés que era su niño pequeño. También cuidó siempre de él. Hasta el día que mi tío Ginés murió con 44 años, mi abuela le seguía preparando su merienda todos los días sin faltar ni uno. Cuando falleció, mi abuela empezó a olvidarse de cosas, tenía 79 años y el olvido era como un mecanismo de defensa para no sufrir la pérdida de su hijo. Mi abuela falleció con 85 años en octubre de 2006.

Era la mejor persona que he conocido nunca y no es amor de nieta, es la verdad. Nunca he conocido persona tan valiente, positiva y generosa. Lo daba absolutamente todo. Veía el hambre y la necesidad en la cara de la gente y se quedaba literalmente sin nada para comer. Yo lo debo mucho. Me enseñó muchos valores y me encantaría poder volver a pasar un día a su lado. De mayor quiero ser como ella.

Fue la mejor abuela del mundo. Lloro mientras escribo su vida. La echo mucho de menos cuando pienso en el mundo que tenemos.

Gracias de todo corazón por haberte acordado de Soledad Perellón Almagro, la Murciana."

Gracias a ti, Eva.

Dos apuntes más:

-No hace falta que sean grandes logros para reconocer a las mujeres (tantas veces no las dejaron hacer más). Pongamos en valor su amor, su trabajo y sus cuidados.

-Preservemos la memoria de las mujeres y hombres de nuestra familia. Su memoria es también la nuestra.

Dolores Lario

Soledad, la Murciana, con su bisnieta Eva

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