La Víspera del Día de Todos los Santos

El último día del mes de octubre, y los dos primeros del mes de noviembre, son días cargados de tradiciones que tienen ya varios siglos de antigüedad. Y aunque mañana hablaremos del día de Todos los Santos, hoy podemos detenernos a recordar una antigua tradición, propia y "autóctona", de La Huerta de nuestra querida Región de Murcia, que tiene que ver con la Víspera del día de Todos los Santos.

Como todos sabemos, los medios de comunicación y las campañas publicitarias, tienen la facultad de "instituir" y dar relevancia, -incluso de un año para otro-, a cualquier temática que convenga por algún motivo. Y esto es en parte, lo que ha ocurrido con la noche del 31 de octubre.

La historia nos muestra que ya en el siglo XIX, en la Huerta de Murcia, había una costumbre de características similares a lo que se está implantando en España, -cada año un poco más-, con la noche del "jalowin" (si lo escribimos correctamente en inglés: Halloween). Esta nueva tendencia está relacionada con lo macabro (vampiros, zombis, calaveras, monstruos de todo tipo, etc), pero como proviene de uno de los países más poderosos del mundo, EEUU, parece que rápidamente hay que hacerle un hueco, aunque para ello tengamos que "desplazar" nuestras tradiciones originales.

La Víspera de los Santos, en su original clave huertana:

En la Huerta de nuestra Región tenía lugar, (desde incluso mediados del siglo XIX), lo que usando la terminología actual, podríamos denominar un "truco o trato" huertano.

Cuando llegaba la época de la siembra, los agricultores siempre dejaban libre una esquina de su tahúlla para plantar productos catalogados en su tiempo como "exquisiteces": pipas, níspolas, granadas, dátiles,...; a ese pequeño trozo de tierra le llamaban la "orillica del quijal". En Totana, a esta parcela de tierra, lo llamamos: el cornijal.

En la noche de la Víspera del día de los Santos, los niños de la Huerta cogían capazas de mimbre, y salían en pandilla para visitar y llamar a la puerta de todas las casas vecinales. Cuando los vecinos les abrían ellos les decían: "La orillica del quijal, si no me la das me meo en tu portal".

Aquí en La Huerta de nuestro municipio, se usaba más la expresión: "La orillica del cornijal, si no me la das, te rompo tu portal".

Para agradar a los niños (y también para evitar las posibles "consecuencias"), los huertanos les echaban "un buen puñao" de los productos "exclusivos" que habían cosechado en su cornijal: pipas, níspolas, higos,…

Lógicamente, para "penalizar" a los que no atendían su ruego y les daban "con la puerta en la narices", los niños se bajaban los pantalones y les meaban la puerta. En el caso de La Huerta de Totana, les estropeaban el portal.

Como vemos muchas veces en los noticiarios, a los vecinos que no atienden las demandas de caramelos, y no responden a la propuesta del "truco o trato", en vez de mojarles o romperles el portal, les ponen la fachada perdida de huevos… ¡Y no se sabe qué es peor!

(Nota: Para quien no esté familiarizado con las medidas de tierra en la Huerta, la tahúlla es una medida de tierra que se expresa en m2, y equivale aproximadamente a 1/6 de una fanega. Y una fanega equivale apróx. a 6700 m2 de tierra).

Diego Jesús Romera González

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