Poco podía imaginar María de Estrada, la heroína de Tenochtitlán, que aquella semilla del cacao que encontraron en aquel territorio que luego llamarían México, daría tan buenos resultados en el viejo mundo, no podría creer cuando lo descubrió que los reposteros europeos lo trabajarían de forma tan magistral como hoy día es frecuente disfrutar en la confitería El Sereno, porque mi amigo Pepe trabaja el chocolate como los grandes maestros.
Cuando José Antonio Martínez Murcia terminó sus estudios decidió dedicarse al noble oficio de la repostería, tal vez con alguna influencia de su padre, Pedro Martínez García, sereno de profesión que de joven había trabajado en una casa en la que aprendió la pastelería tradicional casera, por lo que se contrató en la confitería de las Realas donde tuvo sus inicios, pero no le pareció suficiente y buscó el modo de aprender de los mejores maestros.
A tal efecto fue haciendo no solamente cursos, sino trabajando en los obradores de sus maestros, por León, Barcelona, Madrid y Alicante, adquiriendo muchos conocimientos de las mezclas y decoraciones de todo tipo de dulces, incluso los más sofisticados, introduciendo en Totana algunas especialidades que hasta entonces no se habían visto.
Naturalmente y gracias a su curiosidad y ganas de aprender fue adquiriendo cuantos libros de repostería encontraba a su paso por las diferentes ciudades, lo que le hace hoy día poseedor de una muy amplia biblioteca especializada de la que bebe de forma habitual a la búsqueda del mejor servicio a su clientela.
En noviembre del año 1992 se estableció en la calle La Balsa, con un amplio obrador dotado de la mejor maquinaria para facilitar su trabajo, así como todos los moldes necesarios para configurar las diferentes modalidades de dulces. Puso un pequeño mostrador con entrada a la calle donde despachaba su producción y atendía los encargos de sus clientes para todo tipo de celebraciones familiares o en restaurantes. Como colaborador tuvo a Pedro, su padre, que en este caso aprendió del hijo y disfrutó de ello.
Hacía todo tipo de pastelería tradicional, empanadillas, pasteles de carne y los clásicos de las festividades de Semana Santa, Navidades y Todos los Santos, gustando especialmente sus tartas por la calidad y su buen gusto para las decoraciones de las mismas.
Interesado por el uso del chocolate, Pepe se marchó a hacer un curso con el más premiado de los chocolateros españoles, Paco Torreblanca, repitiéndolo en alguna ocasión y trabajando en su obrador, para lo cual tenía que dormir en el sótano de la casa del maestro que lo distinguió bastante. Conoció las dificultades del trabajo de este producto por ser necesario confeccionarlo a unas temperaturas muy concretas, pues fuera de ellas es imposible modelarlo, lo que le añade una dificultad a la hora de trabajarlo. A partir de aquí, Pepe hace unas exquisitas tartas y dulces de chocolate y están triunfando sus bombones de exquisitas formas y celestial sabor.
El año 2000, Pepe Martínez Murcia adquirió un local en la Plaza de la Balsa Vieja en el que instaló una moderna y coqueta cafetería con expositor de sus creaciones reposteras, que abrió al público el 13 de noviembre del mismo año. En ella podemos degustar desayunos, comprar dulces y hacer encargos, así como beber alguna cerveza acompañada de sus exquisitos canapiés o empanadillas y pasteles de carne, que aprendió de uno de los mejores pasteleros de Murcia.
En la cafetería, regida por María José nos sentimos muy bien atendidos por ella y sus colaboradores Jose y Noemí. Yo amenazo con seguir visitándola.
Juan Ruiz García