Festividad de Santa María Reina del Cielo

En la octava de la Asunción

Hace justo 8 días celebrábamos la principal fiesta Mariana del año litúrgico: la Solemnidad de la Asunción de María al Cielo, y hoy, celebramos la memoria de “Santa María, Reina de los cielos y la tierra”.

Esta celebración fue instituida por el Papa Pío XII en el año 1954 (cuatro años después de la proclamación del dogma de la Asunción) para celebrar a María como Reina de todo lo creado, y quedó recogida en la Encíclica Ad coeli Reginam (A la Reina del Cielo, 11-Oct-1954) la cual proclamaba el título de Reina del Cielo para la Virgen María.

Esta es también una celebración muy destacada, pues nos manifiesta la conexión entre la Realeza de María y su Asunción al cielo, y a la vez nos prolonga jubilosamente la fiesta de su Asunción.

El día elegido para esta celebración.

El día 22 de agosto fue elegido originalmente por el Papa Pío XII como el octavo día después de la Asunción -que celebramos cada 15 de agosto-, completando así una octava mariana. Esta conexión simboliza la coronación de María como Reina del Cielo, inmediatamente después de su Asunción en cuerpo y alma a la gloria celestial.

Salve Regina.

Esta oración la conocemos popularmente como la “Salve". Es una de las oraciones que todos los cristianos aprendemos desde niños, y nos acompaña a lo largo de toda nuestra vida. De pequeños la aprendemos y la vamos recitando una y otra vez, pero conforme vamos madurando, vamos descubriendo el profundo significado que tiene.

No podemos datar con exactitud el momento en el que surgió esta oración, pero sí sabemos que ya existía en el siglo XI dC; que fue escrita en latín y para ser cantada; que inicialmente era una de las cuatro antífonas del Breviario dedicadas a la Virgen; y que probablemente surgió en España. Su uso fue promovido con gran fervor por cistercienses, dominicos y franciscanos, e incluso por los Templarios. En el año 1250 el Papa Gregorio IX la aprobó y prescribió que se cantara al final del rezo de las Completas (última oración de la Liturgia de las Horas).

Esta oración comienza con el saludo que hace el devoto a la Virgen, el cual consta de varias alabanzas. A continuación, el devoto se presenta a sí mismo, indica el estado en el que se encuentra, vuelve a presentar una alabanza a María, y presenta su súplica a la Virgen.

La oración concluye con una emotiva despedida, la cual se atribuye a San Bernardo de Claraval (1091-1153). Esta oración dice así:

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida y dulzura y esperanza nuestra: Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.

 Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos y, después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.

 ¡Oh clementísima! ¡oh piadosa! ¡oh, dulce Virgen María!

 Ruega por nosotros, santa Madre de Dios,

 Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amén.

 

Tradiciones asociadas a esta festividad.

Al igual que sucede con otras celebraciones Marianas, las tradiciones propias de este día varían según la región, pero como denominador común encontramos la celebración de misas solemnes dedicadas a la Virgen, donde se destaca su papel en la salvación y su coronación como Reina del Cielo.

Otra práctica habitual es el rezo comunitario del Rosario, especialmente el Misterio Glorioso que contempla la Coronación de María. También encontramos diversas expresiones de fe y devoción como son las ofrendas florales en los altares marianos, y los cantos y oraciones especiales a la Virgen. Todas estas manifestaciones de fe y devoción buscan fortalecer la relación de los creyentes con María, pidiéndole su protección y amparo en la vida cotidiana.

Totana es una tierra de amplia y extensa devoción Mariana, la cual se ha ido plasmando a lo largo de nuestra historia en diversas manifestaciones artísticas (como las muchas imágenes que se hallan en cualquiera de nuestros templos, o en las esculturas surgidas para la celebración de nuestra Semana Santa, o en hornacinas, etc.) y arquitectónicas (como las varias Ermitas, Capillas, iglesias que tenemos dedicadas en Totana a la Virgen María).

Por todo ello hay que añadir que, en este día, los fieles tenemos una ocasión muy propicia para meditar: sobre el papel que tiene María en la Historia de la Salvación; sobre su Coronación celestial; y sobre su continua mediación. También es una oportunidad para renovar la confianza en su intercesión maternal y su guía espiritual hacia Jesucristo, Rey del Universo.

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