MENSAJE DE NAVIDAD DEL PRESIDENTE DE LA COMUNIDAD, RAMÓN LUIS VALCÁRCEL

Tiempo precioso, días de gozo. La Navidad está arraigada en lo más hondo de nuestra cultura y de nuestra tradición, tiene hondas raíces en el corazón y en el sentimiento...

Tiempo precioso, días de gozo. La Navidad está arraigada en lo más hondo de nuestra cultura y de nuestra tradición, tiene hondas raíces en el corazón y en el sentimiento.

Con ser una fiesta cristiana, el mensaje de la Navidad trasciende las barreras ideológicas y confesionales y alcanza una dimensión universal: la de la paz y el amor.

Paz significa mucho más que rechazo a las guerras. Significa concordia entre las gentes y los pueblos; significa armonía, disposición al diálogo, al entendimiento.

Y estamos necesitados de paz, no sólo en los países asolados por interminables conflictos que padecen, singularmente, los más débiles, los más necesitados; también en nuestras relaciones sociales, económicas, políticas, familiares. Porque sin paz, no podemos construir. Sin concordia no podemos avanzar. Sin diálogo no hay forma de entendernos y de prosperar.

Tiempo, también, de amor. Amor con mayúsculas, entendido como solidaridad con los más desfavorecidos de la sociedad, como actitud de servicio, como disposición a corregir las injusticias. Porque sin ese amor no hay verdadero progreso, sin esa solidaridad no hay auténtico bienestar, sin esa actitud de servicio no hay justicia social.

Reflexionamos cada año, llegadas estas fechas, sobre lo que ha sido para nosotros y para nuestro entorno el ejercicio que acaba y tratamos de dibujar un futuro ilusionante y esperanzador.

Y comprobamos que nuestra sociedad, nuestra región, avanza, crece, se desarrolla, crea instrumentos que han de servir para obtener el óptimo aprovechamiento de sus potencialidades y capacidades.

Lo hace, desde luego, no sin esfuerzo, porque hay que vencer obstáculos, allanar un terreno que se antoja, en ocasiones, abrupto, erizado de dificultades y hasta de incomprensiones, pero triunfa, al fin, la firme voluntad de una inmensa mayoría que apuesta por el progreso y el bienestar de los ciudadanos.

En ese camino, son bienvenidas todas las aportaciones, todo lo que contribuye a sumar, a unir, todo lo que representa aunar esfuerzos, remar en la misma dirección, caminar juntos por la senda que conduce a un horizonte de prosperidad.

Por eso, el Gobierno de la Región de Murcia ha dado audiencia a la sociedad en el proceso de debate de dos documentos esenciales para el devenir de la comunidad autónoma en los próximos años: el Estatuto de Autonomía y el Plan Estratégico 2007-2013.

Y es así porque hay que tomar el pulso a la calle, a la realidad cotidiana, hay que escuchar atentamente al pueblo soberano y conocer su sentir, porque la Murcia del mañana debe ser la que sus ciudadanos quieran.

Ciudadanos nacidos y asentados en los 45 municipios de la región; ciudadanos venidos desde otras tierras en busca de una existencia más digna, de un futuro mejor; ciudadanos que marcharon un día lejos de su Murcia querida, pero que la llevan muy dentro del corazón. Murcianos por nacimiento, por adopción o por vocación.

Ojalá estos días sean de gozo para todos. Ojalá estas fiestas entrañables y familiares se vean presididas por el mensaje de paz y amor de la Navidad y que esos mismos sentimientos impregnen nuestra forma de obrar a lo largo del año venidero.

        Felicidades.

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