En el dolor por la pérdida del "Tío Juan Rita", emblema humano y cultural de singular valía para Totana, resuena la transcendencia y significación de su legado

Cuando el corazón es capaz de transformar las adversidades de la vida para conjugar un estilo de grandeza, de vitalidad, de cercanía, de razón y esperanza, de alegría y servicio… encontramos testimonios de la nobleza y entidad que definen a Juan Tudela Piernas, al querido y venerado «Tío Juan Rita».

En numerosas ocasiones hemos oído su experiencia en el discurrir de un contexto socioeconómico de penurias y dificultades, de estrechos horizontes y limitaciones, de carestías y privaciones. Ese relato, duro e intenso, vital y vibrante, lo acompañaba de una recia emoción, de un temple alejado de odios y rencores, matizando aquellos aciagos aconteceres con el carisma de la comprensión, del perdón y la aceptación. De este modo, las heridas que taladran el alma no abren surcos de inquina, que terminan por perturbarla, sino que dejan un poso en donde reposar la entereza, en donde los ideales encuentran terreno fértil para crecer y en donde la tolerancia y la mesura impulsan un proceder sereno, una andadura de paz y respeto, permitiendo que la sutileza y el ingenio, la indulgencia y la caricia fluyan con la majestuosidad con que manaban las palabras certeras, agudas, joviales y lozanas, con que el tío Juan Rita infundía aliento a sus trovos. ¡Qué maravillosa lección de vida en cada una de sus estrofas, de sus pareados, cuartetas y quintillas!

Su estela de hombre de bien, de persona de amplitud de miras, de embajador del regocijo, de fluidez de mente y de vocablo ágil, se aquilató con una radiante humildad, con un saber desbordante, transmitiendo la importancia de abrazar las realidades de la existencia para extraer de ellas un jugo que enriquezca, que purifique, que alegre el rumbo de los demás.

Por todo ello, pero sobre todo por su excelsitud y humanidad, en estas fechas en las que Totana siente el pesar por su fallecimiento, reconforta enormemente el saborear su legado, el preciado patrimonio cultural que ha forjado a lo largo de sus 108 años de vida, como también la calidez de su impronta. Irremediablemente, lo espontáneo e intuitivo de su cantar, lo fugaz de la palabra, no permitirá recopilar todas y cada una de sus expresiones, de sus hondos, perspicaces y atinados mensajes, pero sin lugar a dudas, como ya lo han hecho reconocidos especialistas y lo seguirán haciendo otros, el tío Juan Rita se consolida como referente, manantial principal de inspiración y estudio.

Desde la admiración y el fervor a su peregrinar, a su ser y actuar que marca una huella de integridad, manifestar la consternación por su muerte, pero también la confianza en que esta fuente de luz, el copioso caudal que ha brotado en torno al tío Juan Rita, continuará fecundando los ritmos del trovo, de esa fragante manera de repentizar que ya hicieran magnífica los juglares y que en él ha sido frescura, elevando a lo sublime las pequeñas cosas del diario caminar.  Extraordinarios frutos de esa siembra son, entre otros, el jubiloso verbo, la lúcida imaginación, la pulcritud y plenitud creativa de Javier Andreo, conocido como «el nieto de Juan Rita», un discípulo acreditado por su compromiso y adhesión al maestro, por un lenguaje, un carácter y un estilo que llama a la concordia que convoca a la lealtad y que, sin lugar a dudas, enaltece los aromas que mueven los engranajes de representativas parcelas de nuestra cultura.

Descanse en Paz «Tío Juan Rita».

Juan Cánovas Mulero
Cronista Oficial de la Ciudad de Totana

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