Orientalización de nuestras costumbres sociales

DE PURA ARGAMASA

¿¿Qué lejos queda Wuhan, pero que cerca sus desajustes!!.

Ciudad vacía, enorme, fantasmal, vimos, allá, a lo lejos, considerando que, lo que estaba sucediendo allí, no iba con nosotros. Era una de tantas noticias lejanas, desastrosas, dañinas, de negatividad exótica, que tantas desgracias crean en la población de muchos países asiáticos. Tsunamis, terremotos radicales, torrenciales, lluvias, huracanes, miserias, genocidios, atropellos sociales, etc., etc…..

Una fantasmal penumbra, invadió, las, en otro momento, bulliciosas y espaciosas avenidas, los bellísimos jardines, en conglomerada convivencia humana. Solo la luz en las ventanas, cerradas a cal y canto, con siluetas asustadas, iluminadas por la luz interior de las viviendas.

Sobrevuelan, esperando en cada esquina, sombras que vulneran la impermeabilidad del sistema inmunitario del ser humano.

Figuras nocturnas, como invasión draculiana, expandiendo también su poder a la luz diurna, saliendo de su oscura gruta, defecada, a defecar en el horizonte abierto y limpio, (no tan limpio), vital para el humano, enturbiando de neblina, invisible y depredadora, merodeando alrededor de las sensibilidades receptivas de nuestro cuerpo frágil e indefenso, ante imperceptibles invasores, que, aún ciegos, y sin detección de materia por ultrasonidos, viajan, cazadores, por todo el orbe.

Aún, desde la Calahorra de mi pueblo, Aledo, erguida, acogedora y protectora para vecin@s y visitantes bienintencionados, e imponente, desafiante e inexpugnable, para el medrador doloso, me siento, en esta ocasión, desprotegido física y psíquicamente. La inseguridad mental por la impotencia física, nos envuelve, ante el poder de invasión e infiltración del enemigo, (este si que es "número uno"), que es inmune a la sed, al hambre, al sueño, al cansancio, y espera al pie de la muralla protectora, para, en un despiste de la "guardia", invadirrnos.

No está todo perdido. No tiremos la toalla. No estamos desahuciados. El poder camaleónico del ser humano, que se ha ido adaptando a las circunstancias exteriores vividas en este planeta, hará que sea esta pesadilla real físicamente, en un mal sueño, físicamente doloroso, vencida, no sin tremendas y desgraciadas tragedias.

La misma corriente oriental negativa, nos ejemplariza con unos modos de desenvolvimiento social en la vida, que deberemos adoptar: Mascarillas, saludos mímicos, orales distanciados, mostrando nuestra afectividad o condolencia. La orientalización de nuestra sociedad, se hace necesaria, y, por cierto, ya estamos en ella.

Las normas que nos rigen para evitar contagios, más las que todos y cada uno apliquemos, individual y voluntariamente, para evitar contagios, son nuestro escudo, nuestra coraza, nuestra muralla defensiva de cal y arena, nuestro último y único reducto de pura argamasa.

Alfonso Gallego García -Aledo-

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