Estamos oficialmente desde mediados de marzo (ocho meses) luchando contra el bicho, una lucha donde nos hemos ido dejando nuestra salud, economía y nuestra libertad. Nuestros derechos civiles y sociales han sido pisoteados por nuestro bien.
Nos han aislado de nuestro prójimo, de las personas más queridas, de nuestra familia. Hemos dejado de funcionar como seres sociales, donde a ratos y en determinadas condiciones se nos permite tomar un café en una terraza o pasar unas fiestas con nuestras familias de forma limitada. Nuestros círculos sociales se han ido haciendo cada vez más y más pequeños hasta llegar a la soledad.
Es de la soledad de la que quiero hablar y desde diferentes aspectos.
Quiero recordar primero a los hermanos que nos han dejado muertos por covid. Piensen que han muerto solos en frías habitaciones de hospital, en residencias aislados de su gente o solos en casa.
Piensen también en sus familiares, la angustia de no poder estar con ellos, de no saber qué pasa, hasta que reciben la noticia de su fallecimiento.
Y me refiero a las personas muertas que sus familiares se han interesado. En julio, leí que en Madrid habían enterrado a 59 personas que no habían sido reclamadas.
Hay que recordar a los enfermos por covid, que pasan su cuarentena en soledad, con miedo a esta enfermedad desconocida y pendientes que su próxima pcr sea negativa.
A los enfermos en general y las personas que los cuidan que se ven solas atendiendo a una persona dependiente y luchando contra todas las trabas burocráticas y físicas para acceder a la sanidad.
A los sin techo, que se han visto igual de solos e invisibles, pero esta vez sin gente en la calle.
A las personas que han perdido su medio de vida y se encuentran las puertas cerradas de los distintos estamentos administrativos donde les expliquen y tramiten las ayudas que les corresponden. Todo se tiene que hacer por vía telemática y no todo el mundo tiene acceso a internet, ni conocimiento para hacerlo. Soledad ante la administración. El Estado somos todos y la administración es nuestra, la pagamos y están a nuestro servicio. No pueden darnos un portazo en nuestros derechos y esconderse tras un teléfono.
A los voluntarios que atienden a las personas en estos tiempos desde distintas instituciones y asociaciones. Y puedo hablar de los míos, se han sentido muy solos durante los momentos más duros de la pandemia y en algunos casos se han tenido que aislar de su familia por miedo a contagiarlos al estar tan expuestos al virus.
Como ven hay muchas formas de sentirse solo. Estadísticamente según el INE, en España en 2019, 4.739.700 personas viven solas, de los cuales más de 2.000.000 son personas mayores de 65 años. Un 25,7% de los hogares están compuestos por una sola persona.
Se acerca la Navidad, un periodo del año entrañable que viene con un poso de tristeza por los momentos tan terribles que estamos pasando.
Este año no vamos a poder cenar con nuestros beneficiarios en Noche Buena por la situación que estamos viviendo, para compensarlo nuestros voluntarios más jóvenes están trabajando para hacerles un pequeño obsequio. Los Reyes van a venir de una forma distinta, pero todos los niños van a tener su regalo.
No todo el mundo va a poder celebrar la Navidad con su familia, hay muchos que van a tener que pasarla solos por las restricciones impuestas. Cuando estén con su familia delante de la mesa les rogaría que rezaran por los que se han ido y por la gente que está sola. Si no son creyentes, un momento de reflexión.
Y por favor, guarden todas las medidas de seguridad que las autoridades sanitarias recomiendan
FELIZ NAVIDAD
CUÍDENSE, MUCHA FUERZA Y QUE DIOS LES BENDIGA.
PAZ Y BIEN