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Yo nunca lo consentiría

Se dicen, yo he dicho alguna, frases como:

Yo nunca lo consentiría.

La primera hostia es culpa de él; las demás, de la mujer que lo permite.

Cómo se puede ser tan tonta, tan falta de amor propio, tan ciega, etc. para dejar que un hombre te maltrate.

Suponemos que la mujer que vive con miedo ante las reacciones violentas de su pareja y sigue en la misma situación es porque aún no ha decidido terminar con esa clase de vida. Suponemos que el fallo es de ella. La percibimos como una persona débil, que en parte se lo merece por no plantar cara a su maltratador.

Nosotras, las fuertes, las que vivimos con una pareja cómoda y respetuosa, analizamos a las mujeres maltratadas y nos decimos que en la misma situación actuaríamos de tal manera, diríamos tal cosa, jamás permitiríamos tal otra... Llegamos a la conclusión de que a nosotras nunca nos pasaría. En el fondo esas mujeres casi nos avergüenzan. De esa manera, las víctimas viven la violencia dentro de su casa y de afuera perciben el menosprecio de los que no entienden cómo se puede ser tan tonta para aguantar lo que están aguantando.

Todo eso pasa hasta que a nosotras mismas o a alguien cercano, una hermana, una amiga, incluso una hija, le toca una mala relación. Y viviéndolo en primera persona advertimos que no es tan fácil como nos lo habíamos imaginado cuando enjuiciábamos como débiles a las pobres maltratadas.

Entonces nos damos cuenta de que la autoridad no puede actuar aunque nosotras estemos viendo indicios de peligrosidad, de acoso, de amenazas, si no hay pruebas contundentes; que de pronto no sabemos qué hacer para mantener a nuestros hijos a salvo; que debemos resolver cómo comer cada día y dormir en un lugar seguro; cómo afrontar que la propia familia conteste, cuando se le pide ayuda, que cada uno tiene bastante con lo suyo, o que ya te lo dije, o que qué dirá la gente, y que lo mejor es callarse, aguantar, disimular, etc. Y de sopetón nos damos cuenta de que esas mujeres muertas a manos de sus parejas no son algo ajeno que a nosotras nunca nos podría pasar.

No es cuestión de consentimiento que haya o no maltrato. Es cuestión de que todos estemos concienciados, de que no admitamos como normal ese comportamiento violento, de que denunciemos si oímos gritos y golpes por el patio de luces, de que eduquemos a nuestros hijos y a nuestras hijas en el respeto mutuo, de que ayudemos a esas mujeres a salir de una situación que podría tocarnos a cualquiera.

25 de Noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

Dolores Lario

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