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La II República Española y nuestra realidad actual

El rey Alfonso XIII cometió tremendos errores que al final le costaron la corona, pues consintió la dictadura del general Primo de Rivera y tuvo injerencias en los nombramientos militares, es decir, intervino en política y perdió así el sentido de su papel moderador como monarca. Tras la dimisión de Primo de Rivera en enero de 1930 y la respiración de aires republicanos que se afianzaban en España, el monarca intentó devolver el prestigio perdido a través de los partidos monárquicos muy debilitados, por lo que nombró presidente del gobierno al general Dámaso Berenguer, que no logró la normalidad constitucional.

En febrero de 1931 eliminó esta nueva dictadura a la que llamaron "dictablanda" y ofreció el gobierno al líder del Partido Liberal, pero no fue aceptado, por lo que nombró a Sánchez Guerra y resultó un nuevo fracaso que devino en un gobierno de concentración presidido por el Almirante Juan Bautista Aznar, entrando a formar parte los partidos liberal y conservador, con personajes como el conde de Romanones, Gabriel Maura o Manuel García Prieto, que hizo un plan de actuación con elecciones municipales el 12 de abril y posteriormente convocar Cortes Constituyentes, con el fin de confeccionar una nueva constitución que revisaría los poderes del estado con delimitación de las áreas de actuación de la monarquía y del gobierno, así como a dar forma al problema catalán.

Se preveía un gran abandono de voto a la monarquía, sin embargo en los primeros resultados que se conocieron en las grandes capitales ganaban la coalición de izquierdas y cuando lo comprobaron no quisieron esperar los resultados de los pueblos y consideraron (sin apoyo jurídico alguno) que aquellas elecciones eran plebiscitarias, pero no cuando se convocaron, sino cuando vieron, en sus primeros resultados, que les beneficiaba el resultado aunque fuera parcial y decidieron proclamar la república.

La mañana del día 13 se reunieron en casa de Miguel Maura los miembros del Comité Revolucionario Alcalá Zamora, Largo Caballero, Fernando de los Ríos, Casares Quiroga y Álvaro de Albornoz, que se dirigieron a los despachos ministeriales, mandaron a sus casas a los ministros y demás altos cargos y éstos accedieron acobardados. La república estaba proclamada de facto por voluntad de aquellos señores que asumieron por su cuenta los poderes del Estado.

Por su parte Alfonso XIII pidió a Alcalá Zamora garantías para salir de España él y su familia, que le fue concedido mientras en la casa del doctor Gregorio Marañón, médico del rey, que apoyaba la causa republicana, se propuso que se obligara al monarca a abdicar en el Príncipe de Asturias a lo que Alcalá Zamora se opuso exigiendo la salida inmediata del rey y se creó una especie de gobierno de transición.

El monarca salió ese mismo día de Madrid para llegar a Cartagena desde donde en barco salió para Francia, no abdicando sino apartándose temporalmente del poder para evitar una guerra civil. Mientras, el gobierno transitorio convocó elecciones a Cortes Constituyentes para el 28 de junio de la que salió victoriosa la coalición republicano-socialista. Éstas elaboraron una nueva Constitución que no fue sometida a referéndum.

Este es el relato de los hechos a partir de los cuales podemos analizar el nacimiento de esta II República Española. Como es natural las interpretaciones son tan diversas como formas de pensar en política, de ahí que haya historiadores que llamen a la república legítima al igual que la Constitución. Sin embargo el relato de los hechos contrastado y el parecer de muchos historiadores nos dice lo contrario.

No es legítima porque no fue nunca votada, pues se aprovechó el inicial recuento de votos de unas "elecciones municipales", o sea, para elegir alcaldes y concejales, como plebiscitarias a posteriori y nunca se hizo un referéndum porque tenían claro aquellos políticos que de hacerlo saldría un rotundo no.

Hay quien llama democrática a aquella república y no lo fue, pues fue de izquierdas sin que admitieran de ningún modo a las derechas ni siquiera cuando ganaron las elecciones, pues el presidente no dejó formar gobierno a la CEDA. Naturalmente esta forma de proceder, el adueñamiento de la república por parte de los sindicatos y partidos de izquierdas cabreó a las derechas y devino en una guerra civil.

Conviene leer con la frialdad que da el paso del tiempo las memorias de Manuel Azaña que dejó escrito: "Franco no se levantó contra la república, sino contra aquellos que se habían adueñado de ella".

Por estas sencillas razones puramente históricas me parece irreal esa idealización que se ha hecho de la segunda república por mentirosa, razón por la cual voy a expresar mi opinión sobre lo que considero una república y una democracia.

Una república es el mejor sistema de gobierno conocido, siempre que sea verdadera y democrática, es decir, elegida por la mayoría de los ciudadanos y que en su desarrollo admita todos los credos políticos que acudirán a las urnas en las que la mayoría de los votos decidirá quiénes gobiernen. Naturalmente el sistema que tenemos en España no es a mi juicio democrático porque no hay separación de poderes, por lo que los ciudadanos estamos siempre a merced de los políticos que dicen representarnos.

No siendo monárquico admitiría como forma de gobierno una monarquía parlamentaria en la que el monarca reine y no gobierne como aquí, pero con otra ley electoral, una que sea justa y una Constitución en la que los poderes ejecutivo, legislativo y judicial fueran independientes y pudieran equilibrar los poderes, no como ocurre ahora que votamos a un partido al que no podemos pedir responsabilidades y tampoco lo podemos hacer al gobierno porque domina el legislativo y el judicial. Es decir: Votamos pero no elegimos, los partidos lo hacen por nosotros. A los políticos españoles esto les va muy bien, han convertido la política en un oficio como el de fontanero y nunca harán evolucionar el sistema porque así les va muy bien.

Sin duda los ciudadanos alguna vez tendremos que decir algo en serio.

Juan Ruiz García 

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