“El cielo es la llave para que pueda aceptar ser sacerdote”, David Magno Pujante Gilabert

Ha estado de pastoral en la parroquia de Santiago el Mayor de Totana, donde ha estado los últimos meses como diácono

A dos días de cumplir los 29 años, David Magno Pujante Gilabert recibirá el Orden Sacerdotal este próximo domingo. Atrás queda ese “pulso” que durante muchos años mantuvo con Dios al no poder concebir la idea de que era llamado para ser sacerdote.

Su fe nació y creció en el seno de una familia cristiana, en la parroquia de San Bartolomé a través del Camino Neocatecumenal, primero en la comunidad de sus padres y más tarde en la suya propia, novena comunidad de San Bartolomé, el lugar donde asegura se “ha fraguado esta llamada de Dios y donde ha crecido durante 15 años”.

La Eucaristía y el ejemplo de algunos sacerdotes hicieron que desde niño sintiera “cierta inclinación” hacia la vida sacerdotal. Durante la adolescencia, esta llamada, que afirma nunca desapareció, “fue fruto de continuas negativas por mi parte, ya que literalmente ‘yo no quería ser cura”. Ser sacerdote no entraba en sus planes e intentó vivir la vida que había planeado. Hace memoria y recuerda los primeros años de juventud, cuando salía de fiesta y contemplaba el vacío existencial de muchos jóvenes y se preguntaba cual sería la respuesta de Dios para esta gente: “Siempre le decía a Dios que les ayudase, que les hiciese conocer la Iglesia… sentía como Dios me lanzaba a darme cuenta de la necesidad de dejar de reprocharle sobre estos jóvenes ‘perdidos’, porque era yo el que en el fondo no quería dar mi vida por esta gente”.

En 2003 acudió al encuentro del Papa San Juan Pablo II con los jóvenes de España. “Cuando vi a Juan Pablo II, tan anciano, diciendo con esa quebrada voz: “vale la pena dedicarse a la causa de Cristo”, me tocó muchísimo, pensé qué sería de mí, de mis padres, del mundo, si este hombre que tenía delante, una vez de joven, como yo, hubiera dicho que no al Señor”. Tras el encuentro con el Papa se reunieron con los iniciadores del Camino Neocatecumenal y después de escuchar la predicación de Kiko se levantó, un gesto que indica que se ponía públicamente a disposición de Dios y la Iglesia para ser sacerdote.

Todavía pasaron tres años más para que decidiera dar el paso de entrar en el seminario porque no tenía claro si sentía la vocación al sacerdocio. Las palabras de un sacerdote, José Imbernón, le hicieron rendirse: “La vocación es la intuición confirmada en la historia”. Al recordar estas palabras asegura que se disiparon sus dudas: “Me desplomé, me di cuenta de una intuición al sacerdocio que me acompañaba durante toda mi vida, y como mi historia me llevaba abocado allí, en ese momento acepté en mi corazón ser cura”.

A las pocas semanas comenzó su formación en el Seminario Misionero Redemptoris Mater que iniciaba su andadura en la Diócesis de Cartagena, un tiempo que asegura fue de gracia especial en su vida. Estuvo de itinerancia en Cataluña, Cádiz, Ceuta y Marruecos, Irlanda y Albania.

Por diferentes motivos en 2013 entró a formar parte del Seminario San Fulgencio, donde pudo completar su formación “en un espíritu de continuidad con el recibido en el Redemptoris Mater, sintiendo el amor y la apertura de la Iglesia en todas las circunstancias de cada persona”.

Ha estado de pastoral en la parroquia de Nuestra Señora de las Lágrimas del Cabezo de Torres, donde asegura que tuvo “un acercamiento a la realidad de la Iglesia diocesana”, y en la parroquia de Santiago el Mayor de Totana, donde ha estado los últimos meses como diácono: “Lo que más me ha gustado ha sido la comunión con el párroco, estrenarme con los sacramentos, me impresionó el primer entierro, poder ser consuelo en nombre de la Iglesia, y también la alegría de los bautizos”.

La misericordia de Dios ha estado muy presente en la vocación sacerdotal de David, con el paso de los años ha aprendido a dejarse llevar y a confiar en la voluntad de Dios que guía y marca sus pasos, incluso en la enfermedad: “Es como un padre que lleva a su hijo al trabajo para enseñarle el oficio, así ha actuado Dios conmigo. La enfermedad tiene un sentido redentor, de intercesión, de unión con Cristo. La experiencia de la debilidad ha marcado mi vida. Las pequeñas limitaciones me hacen saber que dependo de Dios. He aprendido a no hacer grandes planes; todo si Dios quiere y siempre según su voluntad”.

A los jóvenes que hoy estén planteándose su posible vocación al sacerdocio y tengan miedo David les dice que descansen en Dios, “porque es Él quien lleva tu historia, no hay que omitir ese pulso con Dios, porque así sabemos que está viva nuestra relación con Él”.

David será ordenado presbítero este próximo domingo, a las 20:00 horas en la parroquia de San Bartolomé de Murcia. “Me encuentro a las puertas de mi ordenación presbiteral, esperándola con gran ilusión y respeto, sabiendo que el don que se me entrega no es para mí, sino para el pueblo de Dios, al que el Señor me envía para servir con fidelidad a su Nombre”. Presidirá su primera misa el lunes, 20 de julio, a las 20:00 horas en San Bartolomé y la ofrecerá por los cristianos perseguidos.

De la primera carta de San Pablo a los Corintios ha escogido el lema de su ordenación: “Si solamente para esta vida tenemos puesta nuestra esperanza en Cristo, ¡somos los hombres más dignos de compasión!”, porque asegura que “no tiene sentido dar mi vida solo para esta vida. El cielo es la llave para que pueda aceptar ser sacerdote”.

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