Raúl Andreo: del abismo de la adicción a guiar a otros hacia la vida

En una emotiva entrevista en Totana Radio, que puedes ver aquí en Totana.com, Raúl Andreo García, autor de La lucha de un adicto por vivir, compartió su historia de adicción, recuperación y esperanza. Hay que recordar que Raúl presentó recientemente su libro junto a la psicóloga Sandra Esparza en el Centro Sociocultural La Cárcel. 

Una historia en primera persona: el infierno de la adicción

Raúl narró en primera persona cómo la adicción lo llevó a un "infierno". Creció en un entorno familiar afectuoso, pero la dedicación de sus padres a la hostelería y la pérdida de su abuelo a los cinco años dejaron en él un vacío emocional. Este dolor, sumado a su timidez y sentimiento de inferioridad, lo marcó profundamente. Al pasar al instituto a los 12 años, se sintió fuera de lugar y tomó "un camino rápido, pero dañino". A los 11, fumó su primer porro, que describió como un "amigo disfrazado", ofreciendo una falsa acogida que llenaba temporalmente su "vacío existencial". Su consumo evolucionó rápidamente, tocando fondo progresivamente, como resume su frase: "al principio unas son muchas, y más tarde muchas son pocas".

La adicción, definida por la OMS como una enfermedad física y mental, se caracteriza por la dependencia de sustancias. Sin embargo, el estigma social la convierte en una condición incomprendida, generando discriminación. Raúl destacó que el consumo a edades tempranas, cuando el cerebro aún no está desarrollado, distorsiona la percepción y aumenta el riesgo de adicción. A los 15 años, tras tres años consumiendo, intentó suicidarse, un "acto gritando auxilio". A los 17, un segundo intento más grave, durante un síndrome de abstinencia, lo llevó a ser inmovilizado en una cama em el hospital durante 24 horas.

La negación: el mayor obstáculo

Raúl subrayó que la adicción se distingue por una "enorme capacidad de negación", comparándola con "la nariz encima de la boca, la última en enterarse del mal aliento". Esta enfermedad crónica reconquista al adicto con una "voz interna" que lo arrastra al consumo, incluso cuando desea parar. Los factores emocionales, como su "mala gestión de las situaciones", fueron clave en su caso. La sociedad actual, que describió como "adictiva", también fomenta conductas y vínculos que tapan el "malestar existencial".

El camino hacia la recuperación

La recuperación fue un proceso arduo. Raúl encontró apoyo en Santi, un entrenador de gimnasio que le enseñó que pedir ayuda no es debilidad, sino un paso hacia la solución. Inicialmente, Raúl quería aliviar su depresión y ansiedad sin abandonar las sustancias, pero comprendió que la adicción es un cóctel de emociones que requiere un cambio profundo. Su madre fue un pilar incondicional, apoyándolo en cada caída. Perdonarse a sí mismo fue crucial, al entender que la adicción daña la corteza prefrontal, afectando la toma de decisiones.

El libro: un faro de esperanza

La lucha de un adicto por vivir, escrito con la ayuda de Juan Nortes, es un testimonio de 136 páginas diseñado para ser accesible y generar curiosidad.  Algunas de las claves para la recuperación son:

  1. Aceptar la enfermedad: Reconocer la adicción como una condición crónica.

  2. Rodearse de apoyo: Buscar personas que ofrezcan valores y motivación.

  3. Responsabilizarse: Asumir el control de las propias decisiones.

  4. Encontrar un propósito vital: Identificar metas que den sentido a la vida.

  5. Reconstruir la relación personal: Mejorar la autoestima y el autocuidado.

El libro agradece a quienes, positiva o negativamente, moldearon su camino, destacando que la recuperación es personal, pero se fortalece con un entorno solidario.

Terapeuta con misión de vida

Hoy, Raúl es terapeuta en la Clínica Teca en Alicante, donde aplica su experiencia para acompañar a otros en su recuperación. Su enfoque, que reduce la medicación tras el síndrome de abstinencia, busca evitar nuevas adicciones y fomentar una relación sana consigo mismo. Para él, ser terapeuta es una "misión de vida", comprometido a querer a los pacientes "hasta que ellos se quieran a sí mismos". La inclusión de personas recuperadas en equipos terapéuticos, asegura, genera identificación y esperanza.

Un mensaje de honestidad y amor duro

Raúl dejó un mensaje claro. A la sociedad, pidió no juzgar a los adictos, sino comprender que sus actos son producto de la enfermedad. A las familias, recomendó practicar el "amor duro", estableciendo límites para no reforzar el consumo. A los adictos, los desafió con una pregunta: "¿Realmente están viviendo la vida que quieren?". Los animó a evaluar lo que pierden y ganan con el consumo, asegurando que una vida libre es posible. "No imaginaba la vida que tengo hoy. No es perfecta, pero es libre".

La lucha de un adicto por vivir es un testimonio de valentía y resiliencia, un recurso vital y una luz de esperanza para quienes buscan salir del abismo. Raúl Andreo lo comparte con humildad, compromiso y verdad.

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