Por. Diego Jesús Romera González
La arqueología bíblica es una disciplina científica, cuyo propósito es clarificar e iluminar los relatos bíblicos, utilizando para ello la investigación arqueológica. Y ante este particular es importante aclarar, que nuestra fe como cristianos, no se fundamenta en ninguna reliquia ni en ningún hallazgo arqueológico. Ninguno de ellos es esencial para nuestra fe en Cristo y en su Resurrección, aunque ciertamente nos ayuden a profundizar en nuestro conocimiento sobre la Biblia, y en nuestro amor y devoción en Aquel que por nosotros sufrió la Pasión.
En las últimas semanas han ido surgiendo diversos artículos en varios medios de comunicación (Noticias de Israel, Fundación Tierra Santa, Aleteia, Religión en Libertad, Gaudium Press, La Razón, etc.) que presentan un hallazgo arqueológico efectuado en el Santo Sepulcro de Jerusalén, que confirman un dato muy interesante -recogido en el Evangelio de San Juan-, referente a la existencia de un huerto en ese lugar, hace 2000 años.
1.- ¿Qué nos dice San Juan en su Evangelio?
La Sepultura de Jesús, según: Jn.19. 38, 41-42
…Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, aunque en secreto por miedo a los judíos, pidió a Pilato autorización para retirar el cuerpo de Jesús. Pilato se lo concedió. Fueron, pues, y retiraron su cuerpo. (…)
En el lugar donde había sido crucificado había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el que nadie todavía había sido depositado.
Allí, pues, porque era el día de la Preparación de los judíos y el sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús.
2.- ¿Dónde se ubica el Santo Sepulcro?
La Basílica del Santo Sepulcro está situada en el corazón de la Ciudad Santa de Jerusalén.
La Basílica se encuentra dentro de las murallas de la Ciudad Vieja de Jerusalén, rodeada totalmente por un barrio que está formado por un intrincado laberinto de calles estrechas y angostas callejuelas que hay que atravesar, para desde ellas, llegar al recinto que se construyó sobre el lugar en que Jesús fue crucificado, muerto y sepultado. Y lo que es más importante: el lugar en el que Jesucristo Resucitó.
3.- ¿Qué se ha encontrado en la actual excavación que se está llevando a cabo en el Santo Sepulcro?
Las actuales excavaciones han sacado a la luz evidencias de un antiguo huerto que tiene una antigüedad de unos dos mil años. El Evangelista Juan nos dice que En el lugar donde había sido crucificado había un huerto (Jn. 19,41)
Al frente del equipo que está llevando a cabo esta excavación, está la profesora Francesca Romana Stasolla (de la Universidad La Sapienza de Roma). Entre los restos que han ido hallando durante los trabajos, han encontrado restos de olivos, vides, semillas y polen, que sugieren el uso agrícola de la zona. Tras el correspondiente estudio arqueopalinológico de los sedimentos, se ha podido verificar que dichos restos datan de la época en la que ocurrió la crucifixión de Jesús. Datos que confirman que, en ese lugar, hace 20 siglos, existió un huerto.
4.- La importancia de este hallazgo.
Como decía al principio, la fe de un cristiano no se fundamenta en reliquias ni en ningún lugar arqueológico. Pero hallazgos como el que he presentado aquí brevemente, nos sirven para reafirmar la historicidad de los relatos evangélicos y a la vez, nos aporta datos útiles para profundizar en detalles sobre el lugar en el que ocurrió la primera Semana Santa de la historia, la Semana Santa de Jesús.
Para los cristianos, los hallazgos de la arqueología bíblica representan mucho más que datos históricos, pues estos constituyen una confirmación tangible de que la fe se inserta en la realidad concreta de la historia.
El descubrimiento de un antiguo huerto bajo el Santo Sepulcro de Jerusalén, no solo nos está aportando evidencias sobre la autenticidad de un concreto escenario evangélico, sino que también nos ayuda a visualizar la Encarnación como un acontecimiento situado en un momento concreto y preciso del tiempo y del espacio.
Desde una perspectiva teológica, estos vestigios actúan como signos visibles que refuerzan la credibilidad de la revelación, y permiten a la fe dialogar con la razón sin temor a contradicciones. Atendiendo a esto, vemos que la arqueología se convierte en una aliada de la teología, no para “probar” la fe en términos científicos, sino para ilustrar cómo Dios se ha manifestado en la historia humana.
Cada lugar excavado no solo nos habla del pasado, sino que también enriquece nuestra experiencia como creyentes al recordar que Dios actúa en la historia concreta del ser humano, dicho de otro modo: puede ser leído como una huella del paso de lo divino por la tierra.
Nota: las fotos que acompañan este artículo, las hice en el interior de la Basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén