En el marco de las III Jornadas de Patrimonio Histórico de Totana y Aledo, bajo el lema “Nuevas voces, nuevas perspectivas”, el pasado viernes 24 de octubre el Centro Sociocultural “La Cárcel” de Totana acogió una emotiva ponencia dedicada a la figura de Juan Cuadrado Ruiz, a cargo de su bisnieto, el doctor y arqueólogo Ignacio Martín Lerma.
La charla comenzó con la presentación de David Martínez, coordinador del evento, quien subrayó la importancia de la divulgación histórica y su admiración hacia Ignacio, a quien definió como “uno de los profesores que más me han inspirado”. Destacó la pasión con la que desarrolla su trabajo, tanto en las aulas como en las excavaciones, y agradeció su esfuerzo “por completar el puzle de piezas que faltaban en la historia de Totana”.
Martín Lerma, doctor y profesor titular del área de Prehistoria de la Universidad de Murcia, es un reconocido especialista en el Paleolítico Superior, considerado uno de los investigadores más relevantes de la Península Ibérica en las últimas décadas. Además, ha participado como divulgador en programas de televisión en prime time, como El condensador de fluzo.
Totana en la vida de Juan Cuadrado
El ponente comenzó mostrando un bastón que perteneció al arqueólogo belga Luis Siret, quien se lo regaló a su bisabuelo. “Este bastón es testigo de muchas historias y de mucha historia”, dijo. “Ha tocado tierras que ahora estudiamos y representa un puente entre dos maneras de hacer arqueología: la de hace un siglo y la actual”.
Ignacio confesó su emoción por hablar en Totana, “un lugar muy especial en la biografía de Juan Cuadrado Ruiz”. Nacido en Vera (Almería) en 1886, Cuadrado fue un pionero en la arqueología en tiempos en que el patrimonio apenas despertaba interés. Se formó en Valencia como artista, llegando a ser alumno directo de Joaquín Sorolla, y encontró en la plumilla y el dibujo su gran aliado para la observación detallada, una destreza que aplicaría después al registro arqueológico.
Su vínculo con Totana fue profundo. En estas calles conoció, se enamoró y se casó con Juana Cánovas Martínez, totanera con la que tuvo tres hijos, entre ellos María Luisa, abuela del ponente. Totana aparece constantemente en los diarios y escritos de Cuadrado, como una referencia afectiva y científica permanente.
El pionero del Sureste y la mano derecha de Siret
A partir de 1915, Juan Cuadrado centró su vida en la arqueología. Su encuentro con Luis Siret, al que Ignacio definió como “el influencer de la época”, marcó su trayectoria. Se convirtió en su “mano derecha”, guiándolo por los yacimientos del Sureste y presentándole a las gentes del lugar.
Siret lo consideraba su continuador: en sus escritos llegó a afirmar que podía “irse tranquilo a la tumba porque tenía el mejor continuador del mundo”. Ignacio lo describió como “el fotógrafo atípico de Siret”, ya que, aunque no utilizaba cámara, dibujaba con tal precisión que sus retratos parecían fotografías.
Descubrimientos de primer nivel en Totana
Cuadrado realizó una labor fundamental en la arqueología murciana. En La Bastida de Totana, llevó a cabo las primeras excavaciones sistemáticas —en 1927, 1932 y 1944—, una etapa conocida como la etapa Cuadrado.
Sin embargo, uno de sus mayores logros fue el yacimientos de Blanquizares, excavado en 1927 en la Rambla de Lébor. Se trataba de un enterramiento colectivo en una cueva de yeso, con un excelente estado de conservación, que lo situó en la historiografía internacional.
Entre los materiales hallados se encontraban restos óseos con signos de paleopatología, puntas de flecha alteradas por el fuego, adornos, punzones y cerámica incisa del Calcolítico (entonces denominado “Enolítico”).
La pieza estrella fue una hacha enmangada completamente conservada, un hallazgo excepcional. Durante años se sospechó que Cuadrado había añadido el mango, pero dataciones modernas confirmaron su autenticidad: tiene más de 4.000 años de antigüedad. La pieza se convirtió en un icono de la arqueología murciana, ilustrando enciclopedias donde “prehistoria” y “Región de Murcia” iban acompañadas de su imagen.
Legado y visión de futuro
Juan Cuadrado fue el fundador del Museo de Almería, creado en los años treinta para salvar materiales arqueológicos que estaban en riesgo de perderse. Gracias a él, numerosas piezas procedentes de Totana, Vera y Antas pudieron conservarse.
Defendía con orgullo el “sudeste” —así, con “d”—, denominando “su Murcia” y “su Almería” al territorio que consideraba una misma patria cultural. Fue además impulsor de congresos que desembocaron en el primer Congreso Nacional de Arqueología en los años cuarenta, atrayendo a los mejores especialistas del país.
Ignacio Martín Lerma, heredero del archivo familiar, está recuperando la memoria de su bisabuelo mediante la restauración de negativos y diarios inéditos, de los que ya ha publicado parte en el volumen Primeras investigaciones en La Bastida.
También relató una de las historias más singulares de Totana: la de El Corro y El Rosado, falsificadores de piezas arqueológicas que incluso llegaron a fabricar figuras de estilo mochica. “Gracias a mi bisabuelo, esta historia no se perdió”, explicó.
Un arqueólogo adelantado a su tiempo
En su ponencia, Ignacio definió a su bisabuelo como “un hombre que supo ver donde otros no veían; que miraba al suelo buscando el pasado y las raíces”. Recordó su faceta de divulgador apasionado, con una oratoria que cautivaba a quienes lo escuchaban, y su empeño por dignificar la arqueología del Sureste español.
Anunció además su intención de reexcavar el yacimiento del Cejo del Pantano, descubierto por Cuadrado en Totana, como forma de “seguir sus pasos” y completar ese legado.
Totana, referente de la prehistoria europea
Al término del acto, el padre de Ignacio —nieto de Juan Cuadrado Ruiz— tomó la palabra visiblemente emocionado para reivindicar una calle en Totana dedicada a su abuelo y a su abuela, Juana Cánovas Martínez, recordando los veranos de su infancia en la ciudad.
En el turno de preguntas, Ignacio respondió que La Bastida es “imprescindible para entender la prehistoria europea”, subrayando su relevancia científica.
Antes de clausurar, David Martínez agradeció la participación del ponente y deseó que fuera “la primera de muchas visitas”. Ignacio, por su parte, expresó su reconocimiento a Totana y Aledo por su labor en la defensa del patrimonio, destacando “la importancia de quienes, muchas veces de forma desinteresada, mantienen viva la bandera de la divulgación”.
Epílogo
El bastón de Siret que Ignacio llevó consigo se convirtió en símbolo del encuentro: un testigo entre generaciones que unió la arqueología del pasado con la del presente. En palabras del propio ponente, “ese bastón seguirá pisando la Totana que un día fue de mi bisabuelo, y que espero poder volver a excavar”.