Las manifestaciones procesionales tienen en Totana una honda significación y unas raíces que se adentran en los orígenes mismos de su existencia como entidad urbana. Los primeros pasos que recorrieron los moradores que abandonaban la fortaleza de Aledo para disfrutar de las bondades de las tierras del valle, estuvieron fundamentados en la seguridad que aportaba el saberse amparados en la fe de Cristo y en expresiones vinculadas a esta certeza.
Acordes con esta perspectiva recordamos enunciados que reflejan este sentir. El primero de ellos se constituía a finales del siglo XVI. Se trata de una pequeña jaculatoria que reconoce la confianza en la capacidad redentora de Jesús de Nazaret. "Si Cristo resucitó es para que viva yo". Un elocuente texto escrito sobre papel y depositado en el periodo señalado entre las vigas del artesonado mudéjar del templo de Santiago. Asimismo, se colocaron otras cédulas con la expresión "Alleluia". Estas últimas formaban parte de un pliego mayor, del que se recortaban para, siguiendo la tradición, arrojarlas en los templos en la celebración del Sábado Santo, en la misa de Resurrección, en el momento en el que el sacerdote entonaba el aleluya, preludio del canto que, según san Agustín, vitorearán los salvados al encontrarse en el cielo con la gloria de Dios. De uno de estos impresos editaba la cofradía totanera de Jesús Resucitado y Nuestra Señora de la Alegría ejemplares para distribuir entre sus hermanos. El lector interesado puede consultar el desarrollo de esta aportación en la revista de Semana Santa de Totana del año 2023.
Otro principal exponente de este sentido celebrativo se encuentra en la encomienda que en 1601 realizaba la cofradía del Santísimo Sacramento, al encargar "un Cristo Resucitado para sacar la mañana de Pascua de Resurrección en la procesión que se hace la dicha mañana de Pascua". En 1602 ya estaba en poder de la cofradía esta imagen, pues se construía un tabernáculo en la pared de la capilla del Santísimo Sacramento en el templo de Santiago para exponerla al culto.
Los avatares que sufrieron las cofradías pasionales en el siglo XIX acabaron con esta práctica. En la década de 1960 la hermandad de Santa María Magdalena iniciaba gestiones para celebrar procesión en la mañana de Domingo de Resurrección. Las dificultades económicas del momento debieron frenar la iniciativa. Unos años después, en concreto en 1988, era la hermandad de Santa María Cleofé la que planteaba en la Junta de Procesiones de Totana la posibilidad de adquirir a su costa una escultura de Cristo Resucitado para procesionar el Domingo de Resurrección. A pesar del apoyo que encontró en varias hermandades, no se consumó el proyecto. Habría que esperar a 1992 para que la recién fundada cofradía de Jesús Resucitado retomase esta antigua procesión. Una diligente proposición que, hecha realidad, ha cuajado con entidad y sentido en el espíritu procesional de Totana. El implicado apoyo de sus numerosos hermanos hace posible que podamos disfrutar de esta grandiosa herencia.
Agradecer y alentar a la cofradía de Jesús Resucitado y la Virgen de la Alegría la valiente trayectoria que la caracteriza, las iniciativas que complementan su presencia por las calles de la localidad y el radiante testimonio de su compromiso.