Desde el año 1970, cada 22 de abril, se celebra el Día de la Tierra. Esta es una efeméride muy importante para todas las personas que vivimos en el planeta Tierra, pues esta celebración nos invita a tomar conciencia sobre la responsabilidad colectiva que tenemos en su preservación.
La jornada de hoy, tiene un gran componente pedagógico y formativo, pues surge como respuesta a una creciente preocupación por el deterioro ambiental, y tiene como fin, sensibilizar a la humanidad sobre la necesidad de adoptar una actitud más respetuosa y sostenible hacia la Tierra.
1.- El origen de esta celebración.
La celebración del Día de la Tierra fue propuesta por Gaylord Nelson (senador estadounidense) y celebrado por primera vez el 22 de abril del año 1970. Inspirado por la creciente preocupación popular por los problemas ambientales, como: la contaminación del aire y del agua, el uso indiscriminado de pesticidas y la deforestación… Nelson convocó una manifestación ambiental a escala nacional en los Estados Unidos. La respuesta fue masiva: más de 20 millones de ciudadanos se unieron en un acto inédito de protesta pacífica y educativa, marcando un hito en la historia la defensa del medio ambiente contemporáneo.
Con el paso de los años la celebración de esta jornada se fue extendiendo por muchos países (todavía hay muchos países que no han querido sumarse), hasta que, en el año en 2009, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 22 de abril como el Día Internacional de la Madre Tierra.
2.- La visión cristiana de la ecología.
El cuidado del planeta no solo es una cuestión científica o política, sino también moral y espiritual. A lo largo de la historia, diversas voces en el ámbito religioso han alzado su voz en defensa de la Creación, destacando la importancia de vivir en armonía con la naturaleza. En el contexto cristiano, uno de los pioneros en esta sensibilidad ecológica fue San Francisco de Asís.
San Francisco (que fue proclamado patrón de los ecologistas por el Papa San Juan Pablo II en el año 1979) celebraba la belleza de la naturaleza como expresión del amor de Dios. Su Cántico de las Criaturas, también conocido como el "Cántico del Hermano Sol", es una lírica exaltación de los elementos naturales, considerados hermanos y hermanas en una gran familia universal. Para San Francisco, la Tierra era nuestra "hermana madre" que nos sustenta y gobierna. En esta obra del santo de Asís, encontramos un concepto totalmente novedoso y avanzado para su época, y que ha llegado hasta nuestros días con la misma fuerza con la que él nos lo legó.
Esta línea de pensamiento fue retomada por los Papas. Si nos fijamos en los últimos encontramos que:
- El Papa San Juan Pablo II, a lo largo de su pontificado, abordó en varias ocasiones la necesidad de una conversión ecológica. En su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de 1990, titulado "Paz con Dios Creador, paz con toda la creación", afirmó que la crisis ecológica es un problema moral y que el deterioro del ambiente está ligado a una visión antropocéntrica desordenada y a una falta de responsabilidad.
- Benedicto XVI, conocido como el "Papa verde" por su compromiso ambiental, fue más allá pues propuso una "ecología humana" que vincula el respeto a la naturaleza con el respeto a la dignidad humana. En su encíclica “Caritas in veritate” (2009), señala que el modo en que el hombre trata el medio ambiente influye en el modo en que se trata a sí mismo y a los demás. Introdujo el concepto de desarrollo sostenible como un imperativo moral y una cuestión de justicia intergeneracional.
- El Papa Francisco, por su parte, ha hecho de la ecología integral uno de los pilares de su pontificado. En su encíclica “Laudato si” (2015) -cuyo título hace referencia directa al Cántico de San Francisco-, denuncia la "cultura del descarte" y la explotación indiscriminada de los recursos naturales. Francisco invita a una conversión ecológica global, donde el ser humano reconozca su interdependencia con toda la Creación. La encíclica propone una visión holística del cuidado del planeta, que involucra cambios personales, sociales, económicos y políticos.
3.- La pedagogía de la naturaleza según Félix Rodríguez de la Fuente
Y como docente quiero también resaltar la figura de un español, que fue uno de los divulgadores más influyentes en la conciencia ecológica contemporánea: Félix Rodríguez de la Fuente. Él fue un naturalista, biólogo, etólogo, expedicionario… y comunicador, que marcó a generaciones con su serie documental El Hombre y la Tierra. Su estilo narrativo, apasionado e incluso poético, trasladó a millones de espectadores al corazón de la vida salvaje, revelando la belleza y complejidad de los ecosistemas ibéricos y globales.
El Dr. Félix no solo mostraba la naturaleza, sino que educaba sobre ella. Consideraba que el conocimiento y la admiración por el mundo natural eran el primer paso hacia su protección. En sus programas insistía en que el ser humano no es el dueño de la naturaleza, sino parte de ella. Su mensaje era profundamente pedagógico: solo amando se protege, y solo conociendo se ama. Continuamente denunciaba la destrucción de los hábitats naturales y el desequilibrio entre el progreso tecnológico y la conciencia ambiental. Su legado persiste hoy como inspiración para educadores, ecologistas y ciudadanos comprometidos con la causa ambiental.
4.- El Día de la Tierra en la actualidad.
En la actualidad, la celebración de este día nos debe de poner en situación para tomar conciencia, de cuáles son los graves problemas que afectan a nuestra querida Tierra. Y en este aspecto juega un papel fundamental la Educación ambiental, pues a través de ella, se logra la formación de ciudadanos conscientes, críticos y comprometidos. Es necesario fomentar una cultura del cuidado, que vaya más allá del cumplimiento de normas y se enraíce en valores como la solidaridad, la justicia, el respeto y la responsabilidad.
Desde los centros educativos, las comunidades locales, las parroquias, las instituciones oficiales de cualquier tipo… todos estamos llamados a aportar nuestro granito de arena. El legado de San Francisco de Asís, los mensajes del magisterio de los Papas, la pasión pedagógica de Rodríguez de la Fuente, etc. van en una misma dirección: la necesidad de una nueva relación con la Tierra, más armónica, equitativa y sostenible.
Por todo lo que he indicado, en el día de sus 55º aniversario, quiero subrayar que el Día de la Tierra es mucho más que una efeméride simbólica, pues debemos verlo como: una ocasión especial para renovar nuestro compromiso con la defensa del planeta; para recordar que somos parte de un ecosistema vivo y vulnerable; y que nuestras acciones tienen consecuencias. La Tierra no nos pertenece; nosotros pertenecemos a ella.
El cambio de actitud comienza con la Educación, pero se concreta en las decisiones cotidianas. Como diría Rodríguez de la Fuente: "Solo se ama lo que se conoce, y solo se protege lo que se ama".