La Parroquia de Santiago el Mayor de Totana vivió este miércoles por la tarde una entrañable jornada de fe y tradición con motivo de la celebración de la Cruz de Mayo y el inicio del Mes de María. El acto, que comenzó a las 20:00 horas con la celebración de la Santa Misa cantada por la Peña La Mantellina, congregó a fieles que se unieron con entusiasmo a esta cita anual.
La Misa, amenizada con música y bailes, dio paso a la bendición de la Cruz de Mayo instalada en el patio de la iglesia. El párroco, D. Francisco José Fernández, dirigió unas emotivas palabras antes de proceder al rito, destacando la importancia del monumento instalado y su valor simbólico: “Nada está aquí por casualidad; todo tiene un porqué. Esta cruz y este triunfo de María no son simples adornos, sino un testimonio de nuestra fe y nuestra historia”.
El diseño de la Cruz (una Cruz de Santiago) y el conjunto ornamental fue obra de la Peña La Mantellina, quienes cedieron para esta ocasión una reproducción del histórico “Triunfo de María” que existió antaño en la glorieta del convento, como explicó Eduardo Monserrat, miembro del colectivo. “El año pasado, dentro de un proyecto con la Concejalía de Cultura, quisimos recuperar espacios desaparecidos de Totana. Entre ellos, este triunfo que se erigió por petición de los Padres Capuchinos, y que según cuentan, se construyó aprovechando una antigua columna romana”, detalló.
Monserrat subrayó además que “el mes de mayo no solo es el mes de la Cruz, sino también de la Virgen María, y qué mejor forma de recordarla que tener su imagen bien alta, visible para todos los vecinos y visitantes”.
Durante su intervención, el párroco también hizo referencia a otros ejemplos de triunfos marianos, como el situado frente a la embajada española en Roma, en la plaza de España, o el de la plaza de las Flores en Murcia, donde cada 8 de diciembre se realiza la tradicional ofrenda floral. “Nos unimos a esa devoción trayendo también nuestras flores, pero sobre todo nuestra vida, como ofrenda de amor”, afirmó.
La bendición culminó con estas palabras: “Que esta cruz bendecida sea faro de fe en medio de nuestra comunidad, símbolo de esperanza en esta noche de cantos y testimonio vivo de la presencia de Dios entre nosotros”.
Tras el rito, el patio se llenó de alegría con cantos y bailes tradicionales, convertidos en auténticas ofrendas populares para el Señor y su Santa Madre.