"La lucha de un adicto por vivir", una historia de renacimiento

Raúl Andreo presenta su libro en un acto cargado de esperanza, donde comparte su viaje desde el abismo de la adicción hasta su transformación como terapeuta y referente de superación

El Centro Sociocultural La Cárcel de Totana fue el escenario de una emotiva presentación del libro "La lucha de un adicto por vivir", de Raúl Andreo García, publicado por Círculo Rojo Editorial. El acto, cargado de emoción, gratitud y verdad, reunió a un público que escuchó una historia de dolor, superación y renacimiento.

El acto fue coordinado por la psicóloga sanitaria Sandra Esparza, quien no solo presentó a Raúl, sino que también profundizó en temas clave como la adicción, la codependencia, la recuperación y la complejidad multifactorial de esta enfermedad. Sandra describió a Raúl como alguien con una "capacidad de comunicación increíble" y un "potencial enorme", destacando cómo su inteligencia, que en el pasado lo llevó por caminos destructivos, ahora lo impulsa a brillar y ayudar a otros. Además, abordó la comorbilidad de la adicción, que suele ir acompañada de trastornos como depresión o ansiedad, y la necesidad de tratamientos personalizados que consideren el contexto social, laboral y emocional de cada persona.

Una historia de dolor, superación y transformación

En un formato de charla-entrevista, Raúl compartió su historia sin filtros. Creció en un entorno familiar afectuoso pero marcado por carencias emocionales debido al trabajo en hostelería de sus padres, lo que limitaba el tiempo en familia. La muerte de su abuelo a los 5 años dejó una huella profunda, siendo su primer encuentro con el duelo y la incomprensión de la pérdida. Apoyado por su familia materna, Raúl sintió un vacío que lo llevó a buscar refugio en las sustancias, las cuales describió como un "amigo disfrazado" que prometía calma, pero pronto se tornó destructivo.

A los 15 años sufrió un primer intento de suicidio, negando siempre la raíz de su problema: la adicción. Usó una metáfora poderosa: "Todos podían ver cómo estaba, menos yo; como la nariz, que no percibe el mal aliento". Pasó por dos procesos de recuperación con recaídas, cada una más grave, hasta que finalmente "se rindió, bajó los brazos y decidió enfrentar la realidad". Raúl explicó que la recuperación no es solo dejar de consumir, sino una transformación interna, una "metanoia" —término griego que significa "morir estando vivo para nacer de nuevo". Subrayó que la recuperación debe hacerse por uno mismo, aunque sus frutos se reflejen en el entorno.

El cerebro adictivo y los disparadores de recaída

Raúl y Sandra analizaron el pensamiento adictivo, caracterizado por el autoengaño, la minimización y las justificaciones. Raúl destacó que "no es la sustancia, sino el comportamiento adictivo" lo que atrapa a la persona. Explicó el concepto de "efecto de violación de la abstinencia" (EVA), diferenciando entre una caída (un consumo puntual, como fumarse un cigarro en una boda) y una recaída (retomar el hábito). Sus recaídas estuvieron marcadas por la autoconfianza prematura en el primer proceso y la soledad en el segundo, agravada por retomar contacto con compañeros de consumo. Un accidente automovilístico, otro intento de suicidio, marcó un punto crítico.

Raúl también compartió cómo desarrolló un pensamiento obsesivo, como vigilar a alguien en redes sociales durante 48 horas para alimentar su sufrimiento y justificar el consumo. Sandra añadió que en España, aunque un 80% de la población consume alcohol, no todos desarrollan adicción, lo que refleja la vulnerabilidad individual influida por factores biológicos, sociales y emocionales. Abogó por mayor inversión en políticas sanitarias para desarrollar tratamientos efectivos.

Apoyos fundamentales: el poder de la conexión

Raúl reconoció el apoyo de múltiples personas en su camino. Desde sus primeros intentos de pedir ayuda en el gimnasio a los 13-14 años, donde descubrió que compartir su dolor no era debilidad, hasta encuentros significativos, como el de un indigente que le escribió una carta que lo marcó de por vida. Su familia materna fue un pilar constante en su infancia, arropándolo pese a las limitaciones de sus padres.

Juan Francisco Nortes, su profesor y mentor, fue clave al motivarlo a formarse como terapeuta. Presente en el acto, Nortes subió al escenario y lo comparó con un "Ave Fénix" que resurge de sus cenizas. Nortes escribió el prólogo del libro y destacó la resiliencia y capacidad de lenguaje de Raúl, que "pareciera tener una carrera o dos".

La luz inquebrantable: su madre

El momento más emotivo llegó cuando Raúl leyó un fragmento dedicado a su madre, "la luz que nunca se ha apagado". La describió como su salvavidas, una mujer que enfrentó su propia angustia sin juzgarlo, sosteniendo una esperanza inquebrantable. "Ella luchó conmigo, fue la voz de aliento que me impedía rendirme", dijo. Su historia, afirmó, es también la de su madre, cuyo amor y sacrificio fueron fundamentales para su renacimiento.

Una vida con sentido: el futuro de Raúl

Hoy, Raúl ha encontrado un propósito claro: acompañar a personas en procesos de recuperación. Tras años buscando la muerte ahora vive con ilusión. Su formación como terapeuta, iniciada con el aliento de Nortes, y su trabajo actual le han dado un sentido profundo. "Quiero ser rico, no en bienes materiales, sino porque si ayudo a alguien a no tomar las decisiones que yo tomé, ya he ganado", afirmó. Sus planes son mantenerse sobrio, seguir formándose y nunca alejarse del acompañamiento a quienes sufren adicciones, consciente de que sigue siendo adicto y que su disciplina diaria es su salvación.

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