Cada año observamos cómo la iniciativa de la UNESCO de celebrar el Día Mundial del Libro cobra mayor fuerza y cuenta con una participación cada vez más amplia, tanto de los distintos estamentos oficiales como de numerosas entidades particulares.
Esta es una iniciativa que como docente valoro muy positivamente desde su instauración, pues la celebración de este día sirve para sensibilizar, concienciar y subrayar la importancia del que es, sin duda alguna, el principal instrumento de divulgación cultural en nuestro país y en el mundo: el Libro.
1.- ¿Cuándo surge esta celebración?
El 15 de noviembre de 1995, la Conferencia General de la UNESCO, en sesión plenaria, adoptó y decretó el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor. Como fecha conmemorativa se eligió un día especialmente significativo en los anales de la literatura universal: el 23 de abril, fecha en la que se conmemora el fallecimiento de dos grandes genios de las letras: Miguel de Cervantes y William Shakespeare, en el año 1616.
Cada año, un comité de selección designado por la UNESCO elige una ciudad como Capital Mundial del Libro. Este reconocimiento fue creado en 1996 y comenzó a otorgarse a partir del año 2001.
La primera ciudad distinguida con este título fue Madrid, en 2001. Esta designación se extiende desde el 23 de abril del año en curso hasta el 22 de abril del año siguiente.
No resulta sorprendente que España haya sido el primer país en recibir este reconocimiento, ya que -además de ser la cuna de Cervantes-, los datos históricos muestran que, desde 1926, por Real Decreto del rey Alfonso XIII, ya se celebraba en nuestro país la Fiesta del Libro Español.
2.- Sobre los buenos y los malos libros…
A lo largo de los siglos se han dicho muchas cosas sobre los libros, especialmente al intentar establecer la diferencia entre los llamados "buenos" y "malos" libros, distinción que suele depender, en gran medida, del uso que el lector haga de ellos. Cabe destacar, a modo de ejemplo, la obra de uno de los más grandes literatos españoles: Miguel de Cervantes, quien en El Quijote ya evidenciaba esta cuestión al parodiar los libros de caballería, regalándonos al mismo tiempo una de las novelas más perfectas y profundas de la Literatura Universal.
Otro ejemplo, más cercano en el tiempo, lo encontramos en uno de los referentes de nuestro sistema educativo: San Juan Bosco (1815-1888).
Don Bosco, refiriéndose al buen libro que puede entrar en un hogar, decía:
“Al presentarse, no se turba; abandonado, no se inquieta; leído, enseña la verdad con calma; despreciado, no se ofende; más aún, deja siempre el deseo inquieto de conocer la verdad. A veces, permanece cubierto de polvo sobre una mesa o en los anaqueles de una biblioteca. Nadie piensa en él. Pero llega la hora, y este fiel amigo depone su capa de polvo, abre sus hojas y vuelve a hacer escuchar su palabra.”
(Extracto de la revista Digesto Católico, octubre de 1946, págs. 32-34).
3.- Sobre las ventajas de los libros impresos:
Para todos los que nos movemos en el mundo de la Educación, nos resulta muy interesante comprobar, cómo la publicación de libros y revistas impresas, ha vuelto a incrementarse en los últimos tiempos, tras haber sorteado “el bache” que ocasionó los años más duros de la última crisis económica. Durante un tiempo, parecía que las ediciones digitales iban a sustituir definitivamente a las ediciones impresas, pero la realidad nos muestra todo lo contrario, pues aun a pesar de los muchos avances que las nuevas tecnologías han aportado, las ediciones impresas presentan una serie de ventajas que, desde mi modesto punto de vista, difícilmente serán superadas.
Si nos detenemos en algunas de estas ventajas, podemos señalar lo siguiente:
- Desde el punto de vista sensorial: la lectura impresa permite tocar, oler y ver físicamente la totalidad del libro, lo que implica una experiencia más rica y multisensorial, activando una mayor cantidad de áreas cerebrales. Además, diversos estudios científicos han demostrado que la lectura en pantallas digitales genera mayor cansancio visual y más fatiga mental.
- Desde el punto de vista pedagógico: leer en papel facilita la comprensión lectora, mejora la retención de la información y favorece una mayor concentración, especialmente en contextos de estudio o aprendizaje profundo.
- Desde el punto de vista de la veracidad: un libro de texto impreso ha pasado por diferentes filtros editoriales y académicos, lo que nos ofrece mayor garantía de que su contenido proviene de fuentes fiables y contrastadas.
- Desde el punto de vista práctico: un texto impreso puede perdurar durante siglos, no necesita batería, es fácil de usar y no requiere conocimientos informáticos ni dispositivos específicos. Además, puede ser utilizado por personas de cualquier edad. Y algo especialmente relevante en la actualidad: permite al lector desconectarse de la “esclavitud” de las pantallas, ya sea del ordenador o del teléfono inteligente.
Esperaremos a ver qué nos depara el futuro y por qué opción se inclinan nuestros jóvenes alumnos. Pero hoy, desde estas líneas, quiero rendir un afectuoso homenaje a quien ha sido, desde que se inventó la escritura, el gran receptor y transmisor de la historia de la humanidad.
¡¡ Feliz Día, amigo LIBRO !!