La caída de su empresa en 2017 la arrastró a casi 800.000€ de deudas: Totana concede una de las mayores exoneraciones del año a una vecina atrapada entre la ruina y un divorcio
Totana acaba de registrar uno de los casos más impactantes del año en materia de sobreendeudamiento. El Tribunal de Instancia nº 4 ha concedido la exoneración total de 797.686,84 euros a una vecina del municipio cuya vida quedó devastada tras el derrumbe económico de la empresa que gestionaba, declarada en concurso en 2017.
Lo que comenzó como un negocio estable dedicado a la comercialización de pescado se convirtió en el origen de una cascada de obligaciones imposibles de sostener. Al estar todo el pasivo de la sociedad avalado con su patrimonio personal, la insolvencia empresarial recayó íntegramente sobre ella, colocándola de golpe al borde del colapso financiero.
A la ruina del negocio se sumó otra consecuencia inevitable: la tensión económica terminó afectando gravemente a su matrimonio, que acabó en un divorcio aún en curso. Desde entonces, quedó sola a cargo de sus hijas, afrontando en solitario los gastos del hogar mientras intentaba contener una deuda gigantesca que no dejaba de crecer.
Su situación económica se redujo a unos ingresos de apenas 449,80 euros al mes, insuficientes incluso para lo básico. Aun así, debía soportar reclamaciones constantes de entidades financieras, bancos y fondos de recobro que, sumados, elevaron la deuda total a casi 800.000 euros, una cifra completamente inaccesible para cualquier persona en su situación.
“Todo mi esfuerzo iba a mis hijas y a salvar la casa. Pero cada mes era más difícil. Llegó un punto en el que ya no podía respirar”, relata.
Con su vida personal y económica derrumbándose a la vez, recortó gastos hasta lo mínimo, vivió con renuncias constantes y soportó meses de embargos y presiones. Pero la realidad era estructural: cuando coinciden la caída del negocio, la pérdida de ingresos y la inestabilidad familiar, el equilibrio económico es imposible.
En ese punto crítico, acudió a la Asociación Ayuda al Endeudamiento, donde encontró apoyo y una salida jurídica real. El letrado responsable, José Domínguez, activó el procedimiento de la Ley de Segunda Oportunidad.
“La mayoría de personas que llegan aquí no lo hacen por imprudencia —explica Domínguez—. Lo hacen porque las circunstancias rompen de golpe el equilibrio de su vida. La Ley de Segunda Oportunidad no es un privilegio: es una herramienta justa para quienes han actuado de buena fe.”
Hoy, esta vecina de Totana vuelve a respirar sin miedo: sin llamadas, sin embargos, sin la angustia diaria de no poder afrontar lo imposible. Ha empezado a reorganizar su vida y a recuperar la tranquilidad que no sentía desde hace años.
“Después de más de 10 años, no recordaba lo que era dormir tranquila por las noches después hasta ahora”, confiesa.
Desde la Asociación Ayuda al Endeudamiento recuerdan que la Ley de Segunda Oportunidad es una vía real para que las personas de buena fe puedan reconstruir su vida. Su caso demuestra que, incluso cuando todo parece perdido, siempre existe un camino hacia la libertad y la dignidad.