Bajo por la calle, me encuentro este grupo de mujeres y no tengo más remedio que pararme, saludarlas con un buenas tardes y pedirles permiso para fotografiarlas.
-Claro que sí, échanos una foto.
-¿Vas a escribir de nosotras?
-¿Es que me conocéis? ¿Sabéis que escribo?
-Claro, yo te conozco de toda la vida. Te leo en el periódico -me dice una de las mayores. Como siempre que alguien me lo dice, primero me extraña, y luego me halaga que me preste su tiempo y su atención.
-Sois de las últimas que salen a tomar el fresco -les digo.
-Todo lo bueno se va acabando.
Las fotografío con el móvil. Posan así de propias y confiadas. La luz dorada de la calima se junta con las farolas recién encendidas. Cuando contemplo la foto me sorprende ese halo antiguo.
Me encanta este grupo de mujeres. Hay una niña, una muchacha, dos mujeres de mediana edad y otras tres más mayores. Ocupan toda la calle, cada una se ha llevado su silla, han rociado la puerta. Han preferido un rato de conversación de vecinas al fresco, en vez de encerrarse con el aire acondicionado en lo más hondo de la casa y dormitar viendo la tele.
¡Salud, mujeres! ¡Buenas conversaciones!
Dolores Lario