La parroquia de Santiago el Mayor de Totana celebra el Domingo de la Divina Misericordia con la bendición de un nuevo cuadro

La parroquia de Santiago el Mayor de Totana celebró con gran fervor el Domingo de la Divina Misericordia, una festividad que exalta el amor y la compasión infinita de Dios. En una emotiva Santa Misa, cantada por el coro Alegría, se bendijo el nuevo cuadro de la Divina Misericordia, que permanecerá en la parroquia como un símbolo de fe y esperanza para todos los fieles.

Durante la homilía, el párroco Francisco José Fernández recordó que Jesús prometió, a través de las revelaciones a Santa Faustina Kowalska, que quienes veneraran su imagen recibirían multitudes de gracias y no perecerían en la hora de su muerte. Destacó la importancia de dar gracias por el apostolado de los cenáculos contemplativos de la Divina Misericordia surgido en la parroquia, invitando a contemplar a Jesús y a pedirle ser instrumentos de su misericordia en el mundo. Explicó que el nuevo cuadro, de mayor tamaño, permitirá seguir contemplando a Cristo, quien hoy y siempre nos dice: "Dame tus heridas, dame tus cansancios; yo quiero curarte con mi amor". Animó a no alejarnos de Él por miedo o por el peso de nuestras faltas, recordando que su misericordia es siempre más grande que cualquier pecado. Finalmente, pidió que, siguiendo el ejemplo de Jesús, vivamos reflejando su amor, siendo compasivos, pacientes, misericordiosos y perdonando a los demás, y encomendó la parroquia a la intercesión de Santa Faustina, San Juan Pablo II y el Papa Francisco, concluyendo con una firme profesión de fe: “Jesús, en Ti confío”.

El Domingo de la Divina Misericordia: Una celebración de la compasión divina

El Domingo de la Divina Misericordia es una festividad significativa dentro del calendario litúrgico de la Iglesia Católica, dedicada a exaltar el amor y la misericordia infinita de Dios hacia la humanidad. Esta celebración, profundamente arraigada en las revelaciones místicas de Santa Faustina Kowalska, invita a los fieles a reflexionar sobre el perdón, la reconciliación y la confianza en la bondad divina. 

Orígenes de la festividad

La devoción a la Divina Misericordia tiene su raíz en las visiones de Santa Faustina Kowalska, una religiosa polaca del siglo XX. Entre 1931 y 1938, Faustina afirmó haber recibido revelaciones de Jesucristo, quien le pidió que difundiera el mensaje de su misericordia. En su diario, conocido como El Diario de Santa Faustina, relató las instrucciones de Jesús para establecer una fiesta dedicada a la Divina Misericordia el segundo domingo de Pascua. Jesús prometió que este día sería una oportunidad especial para que las almas recibieran gracias abundantes, especialmente el perdón total de los pecados y de las penas asociadas, mediante una confesión sincera y la recepción de la Eucaristía.

La devoción creció lentamente hasta que el Papa Juan Pablo II, también polaco y gran devoto de Santa Faustina, desempeñó un papel clave en su promoción. En el año 2000, durante la canonización de Santa Faustina, Juan Pablo II instituyó oficialmente el Domingo de la Divina Misericordia para toda la Iglesia universal, cumpliendo así la petición de Cristo transmitida a través de la santa.

Significado teológico

El Domingo de la Divina Misericordia está intrínsecamente ligado al tiempo pascual, ya que se celebra el segundo domingo de Pascua, justo después de la Resurrección de Cristo. Este día resalta la victoria de Jesús sobre el pecado y la muerte, ofreciendo a la humanidad la oportunidad de reconciliarse con Dios a través de su misericordia infinita. La festividad subraya tres aspectos fundamentales:

  1. La Misericordia como Don de Dios: La misericordia divina es un regalo inmerecido que Dios ofrece a todos, independientemente de sus pecados, siempre que se acerquen a Él con arrepentimiento y confianza.
  2. El Sacramento de la Reconciliación: Jesús enfatizó la importancia de la confesión para recibir el perdón total, haciendo de este sacramento una práctica central en la preparación para el Domingo de la Divina Misericordia.
  3. La Eucaristía como Encuentro con Cristo: La recepción de la Comunión en este día especial permite a los fieles unirse plenamente a Cristo, fuente de toda misericordia.

El evangelio proclamado en este domingo, que narra la aparición de Jesús resucitado a los apóstoles y la institución del sacramento de la confesión (Juan 20:19-31), refuerza el mensaje de la misericordia divina. La duda de Tomás y su posterior profesión de fe (“Señor mío y Dios mío”) reflejan la jornada espiritual de muchos fieles que encuentran en la misericordia de Dios la fuerza para creer y confiar.

Prácticas y devociones

El Domingo de la Divina Misericordia está acompañado de prácticas específicas que enriquecen la experiencia espiritual de los fieles. Entre las más destacadas se encuentran:

  • La Coronilla de la Divina Misericordia: Una oración especial dictada por Jesús a Santa Faustina, que se reza con un rosario común. Esta coronilla es una súplica por la misericordia de Dios para el mundo entero.
  • La Imagen de la Divina Misericordia: Representa a Jesús con rayos rojo y blanco que emanan de su corazón, simbolizando la sangre y el agua que brotaron de su costado en la cruz. Los fieles veneran esta imagen como un recordatorio del amor redentor de Cristo.
  • La Hora de la Misericordia: A las 3 de la tarde, hora de la muerte de Jesús, se invita a los fieles a dedicar un momento de oración para meditar en la Pasión y pedir misericordia.
  • Confesión y Comunión: Para recibir las gracias prometidas por Jesús, los fieles deben confesarse (preferiblemente antes del domingo) y comulgar en la Misa del Domingo de la Divina Misericordia, con un corazón lleno de confianza en Dios.

El Domingo de la Divina Misericordia es mucho más que una fecha en el calendario litúrgico; es una invitación a experimentar el amor transformador de Dios y a compartirlo con el mundo. Los católicos celebran esta festividad, renovando su compromiso de vivir bajo el lema de la Divina Misericordia: “Jesús, en Ti confío”.

Noticias de Totana